Diario de marfil: Sobre el disfrute de caminar, por Francisco Rodríguez Sotomayor

 Disfruto degustar, tomarme mi tiempo, saborear el contorno de todo proceso. Llegar al sitio está bien, pero es el camino lo que recuerdo una vez allí. Si no he gozado la distancia desde A hasta B siento la urgencia de repetir cada paso. Por eso quizá es que me decanto por caminar; rehuyo con bastante frecuencia a la efectividad y a la rapidez: lo mío es ver el paisaje, despistarme, detenerme a ver el aleteo irrepetible de lo que pasa frente a mí.

A veces andar en el carro se siente como hacer trampa; no niego su utilidad, pero hay días donde necesito (y me exijo) tomar el camino largo. Sobre todo si es dentro del mismo pueblo. Porque caminar dos cuadras y conducir dos cuadras no es lo mismo, y lo que más me importa: no se siente lo mismo. El carro me otorga la rapidez, pero caminar me hace sentir esas dos cuadras (esa avenida, esa calle) en toda su inenarrabilidad. 

Es por eso mismo que hallo tan enriquecedor el transporte público. Este me regala ratos largos donde puedo leer y cazar (acechar) historias, algunas que jamás se escriben, y otras que configuran el paisaje interior de esas cajas calientes que son los autobuses. Vivir un día anchamente, para mí, tiene bastante que ver con haber sentido la ruta infinitesimal que va añadiéndose a la colección de todos mis días, a la innumerable biblioteca del Vivir.


FRS (Diario de marfil, 30 de agosto de 2022)



(No soy autor de la fotografía, créditos a quien corresponda)





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