The Truman Show y Un mundo feliz, por Francisco Rodríguez Sotomayor

 

I

The Truman Show (Peter Weir, 1998) es una película que gira alrededor de su protagonista, Truman Burbank. Este personaje, nacido y criado en un programa de televisión, comienza a notar pistas que le inducen a pensar que el mundo donde vive es una farsa. El deseo central de Truman es escapar de ese pequeño pueblo lleno de habitantes de plástico.

II

Hallo similitudes (tal vez no tan accidentales) entre esta película y la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz. En ambas historias un personaje padece un despertar; Truman comienza a ser consciente del mundo al mismo tiempo que es consciente de su libertad individual, tal como el Salvaje en Huxley. La diferencia reside en la perspectiva. Truman nació en la burbuja; el Salvaje se introduce en ella.

III

En The Truman Show los habitantes de Seahaven tiene cada uno su rol prestablecido; para ellos, el mundo es The Truman Show. No hay más nada. “Para mí no hay diferencia entre la vida privada y la vida pública. Mi vida es 'El Show de Truman'. El Show de Truman es un estilo de vida, un estilo de vida noble. Es una vida verdaderamente bendecida”. Las personas que rodean a Truman prefieren la vida acomodada del set de grabación que la vida real que está más allá.

En Un mundo feliz, los humanos son diseñados, clasificados y predestinados; cualquier alteración de ese orden es subversivo. Lo normal son los excesos de todo tipo; lo anormal es el sentir genuino. Las personas están acondicionadas, mediante la reiteración de axiomas de índole moral, para evitar cualquier pensamiento o sentimiento desagradable. De forma que jamás pensarían siquiera en escapar de ese mundo plagado de placer.

IV

El creador del set de Truman hizo ese mundo bajo la excusa de proteger a Truman. “Le he dado la oportunidad a Truman de llevar una vida normal. El mundo, el lugar en el que vives, es el lugar enfermo. Seahaven es como debería ser el mundo”. Es decir, la misma premisa de quienes ostentan el poder en Un mundo feliz: “Nuestro mundo no es el mismo que el de Otelo. (…) El mundo es estable ahora. Las gentes son felices; tienen cuanto desean, y no desean nunca lo que no pueden tener.”

V

Truman lucha por siempre ir más allá. Su sueño era ser explorador, pero fue acondicionado para no ir tras ese sueño. Truman quiere salir de Seahaven pues sospecha que hay algo mejor que lo espera tras el telón. Y pese a que Christof le dice que “No hay más verdad ahí fuera que la que hay en el mundo que creé para ti. Las mismas mentiras, el mismo engaño. Pero en mi mundo, no tienes nada que temer”; pese a esto, Truman decide salir a la realidad, sin importar todo el dolor que pueda existir en ella. Lo único que se digna a responder es “buenas tardes y buenas noches”, y atraviesa la última puerta.

Algo similar sucede con el Salvaje en Un mundo feliz: él desde un principio reconoce la falsedad de ese mundo. Hacia el final de la novela le dice al Inspector: “Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado.”





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