Kafkianismo caribeño, por Francisco Rodríguez Sotomayor

 

I

Yo defino lo kafkiano como una desconexión que existe entre el funcionamiento del mundo aparente y la voluntad de los personajes que hacen vida en ese mundo. Debido a ello es que la ficción kafkiana tiene esa connotación laberíntica: sus personajes están por lo general inmiscuidos en una situación que arroja la posibilidad de llegar a un centro concreto, pero el mundo aplasta (figurativa y literalmente) toda posibilidad de solución. Los personajes sospechan que existe algo más allá de un muro como quien sueña sospecha que está soñando.  

II

En la obra garciamarquiana he encontrado rastros que llevan a Kafka. Estos indicios no necesariamente están marcados por la cualidad pesadillezca de las situaciones en Kafka, sino que García Márquez los ha sabido traducir a su propio lenguaje lleno de humor y mariposas amarillas.

III

Las fuerzas que mueven el mundo kafkiano suelen ser indetenibles e indescifrables, arrastrando consigo a los protagonistas a un desenlace usualmente trágico.

Un ejemplo de esto está presente en un cuento de García Márquez llamado Solo vine a hablar por teléfono. La protagonista sufre una avería y se sube en un autobús para llegar a un sitio para hablar por teléfono; el autobús resulta que era el transporte de un sanatorio y la confunden con uno de los internados, y para cuando su pareja descubre su paradero, él también la cree loca. La protagonista queda atrapada en ese sitio, cuerda e incomunicada para siempre.

IV

Las largas esperas son otra temática reiterativa en Kafka. Para muestra está el cuento Ante la ley, donde aquel hombrecillo espera hasta el día de su muerte que le dejaran pasar por la puerta de la Ley, solo para saber, antes de morir, que pudo haber entrado cuando quisiera.

Similarmente en El coronel no tiene quien el escriba, el personaje principal en penuria económica espera una carta donde le concedan la pensión por su servicio militar durante la juventud, carta que nunca llega.

V

Uno de mis cuentos favoritos de García Márquez es El rastro de tu sangre en la nieve. Aquí una pareja recién casada va a París de luna de miel, pero la esposa se pincha un dedo con una rosa, y lo que parecía una pequeña herida se va transformando en una hemorragia, y al llegar a París se ven en la obligación de ir al hospital. Una vez allí, la esposa queda hospitalizada, y el hombre debe arreglárselas sólo en París hasta que pueda volver a visitar a su amada. Al volver, se entera de que su mujer había fallecido hace días, y que nadie logró comunicarse con él en toda Francia.

V

Estos laberintos garciamarquinos se diferencian de los kafkianos por el tono. En Kafka, los personajes tienen una tendencia a la obsesión, que, en vez de propiciar una salida, va enrevesando cada vez más la trama que se teje alrededor del protagonista. En García Márquez la actitud es diferente. Existe una resignación tomada con ligereza, muchas veces descrita con un punchline. Como el final de El coronel no tiene quien le escriba:

“La mujer se desesperó. «Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía.

—Dime, qué comemos.

El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:

—Mierda.”









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